7/28/2012

Capítulo 8 - Ella y yo, cómo un equipo




 Hey¡! os dejo el Capítulo 8 - Ella y yo, cómo un equipo. Que os guste mucho¡!
 
 Duermo, pero con tales pesadillas, que me orino en la cama, pero estoy sumido en ellas de una forma, que no me doy cuenta, ni siquiera me despierto. Mis pesadillas abarcan todo tipo de horrores, mi madre muriendo una y otra vez de distintas maneras. Mi padre está encerrado, en una jaula y todo tipo de animales como tigres, pumas, leones, lo acechan desde afuera intentando cazarlo, como si fuera un animal.

A todo esto, a Annie, es llevada a rastras, con una soga atada a su cuello, yo corro tras ella, pero por más que corro, más se aleja y ella llora desconsoladamente. En la lejanía, se escucha retumbante las risa de el presidente Snow. Paso así lo que me parecen días. Mientras duermo noto dolores punzantes en las muñecas, que no entiendo hasta que Annie me despierta zarandeandome. 

Es extraño, me cuesta abrir los ojos y cuando lo hago, gruesas gotas de agua o algo parecido me caen desde la frente. Lo primero que hago es quitarme, las gotas de los ojos y cuando por fin lo hago, lo primero que veo es el rostro de Annie con círculos azules debajo de sus preciosos ojos. Me mira atemorizada, creo que lleva intentando despertarme un rato, pero no ha podido hasta ahora. 

-¿Finnick? ¿Estás bien? - Me pasa los dedos por el pelo, pero estoy sudando tanto que es desagradable - creo que sería mejor que te ducharas, Finnick.

-¿Annie?¿Que ha pasado?¿Y porqué sudo tanto? - Me cuesta enlazar palabras, parezco un estúpido, pero gracias a que Annie es muy buena persona, contesta a lo que pregunto.

Me ayuda a levantarme y me quedo apoyado con los codos en las rodillas - Finnick, has estado gritando los nombres de tus padres y el mío. Tanto que se escuchaba desde afuera de casa. Me costó muchísimo despertarte. Tus brazos se golpeaban contra todo lo que tenías a tu alrededor - me explica Annie muy cansada - Venga te ayudo - y me sostiene por debajo de la axila. Vamos hasta el cuarto de baño y me deja solo para que me duche. 

Me ducho tranquilo a medias, porque los gritos resuenan en mi cabeza y tengo que sostenerme con las cortinas de la ducha para no caerme. Al fin cuando termino, salgo con una toalla en la cintura y llego a mi cuarto, para cambiarme. Termino justamente al ponerme el botón de mis vaqueros estropeados, cuando entra Annie. 

Me quedo pasmado, a estado a punto de verme desnudo y esto hace que me sonroje muchísimo. Annie se ha quedado en la puerta, esperando a que yo diga algo, así que me acerco a mi cama y empiezo a quitar las sábanas. Mi pelo sigue mojado y moja la sábana, cuando la quito. Annie me mira extrañada pero, algo me dice que debería ignorarla, porque lo que quiere saber está más allá de lo que puede imaginar.

Cuando he terminado, salgo y me voy hasta la cocina, donde tenemos la lavadora. Me quedo de pie delante de ella, recordando. Mi madre siempre me decía que que aquello era un lujo, que no todos los distritos tenían. Así que lo menos era saber cómo utilizarla. Se acerca Annie y me suelta - Jo Finnick, lo mayorcito que eres y todavía no sabes utilizarla - se ríe y me da algunos pasos básicos como que lo primero que tengo que hacer es meterla en la lavadora. 

Yo me río, sarcástico y pienso que me a dejado como un tonto. Meto las cosas en la lavadora y recuerdo que mi madre, le echaba algo que era como polvos o algo así. Le hecho los polvos dentro y le pongo un ciclo de lavado cualquiera. Me trae bastante sin cuidado cómo quede. Me quedo de espaldas a la lavadora, de cara a Annie. 

Ella me da una taza, con té frío de esos que sólo echas agua y añades la bolsita de té. Es muy fuerte, pero me calma mucho. Me siento en la mesa comedor, los codos en la mesa y con la mirada perdida. Annie se sirve una taza y se sienta frente a mí. Me da un bajón y tengo ganas de llorar, pero hago un esfuerzo y me aguanto, ella me mira furtivamente y casi sin pensarlo le cuento algunas de las cosas que pasaban en mi pesadilla.

Está muy asustada y se hace la fuerte. Creo que piensa que así me ayuda, pero termina dándome pena. Le ayudo y ella me ayuda. Somos cómo un equipo, nuestra ayuda mutua nos permite saber más cosas del otro, cómo que no le gusta nada de la guerra, la violencia y las armas. O que tiene terror a que cuando tenga los 12 años pueda salir elegida en los juegos del hambre. 

La comprendo totalmente, a mí me pasa lo mismo, pero me preocupa más el presente. Se nos hace de día y para mi gusto me hubiera gustado que tardara más, la compañía de Annie es tan agradable, que se me hace a poco, el tiempo que hemos estado hablando y eso que ha sido desde las 4 de la madrugada. Ella se despide en la puerta con la mano.

Estoy muerto de cansancio, pero me obligo a reactivarme. Hoy es el día, en el que espero entrar en la Academia de Profesionales y digo espero porque hay mucha demanda, somos muchos niños en el distrito que queremos luchar. Decido ir solo, no quiero que se me vea débil, con una niñera pegada a mi espalda. Son las 10 de la mañana y no sé que me espera allá donde puede que me convierta en un tributo profesional.

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