Capítulo 16 - Una nueva Vida

Ola, ya he terminado el Capítulo 16 - Una nueva Vida. Espero que os guste mucho. Además lo he hecho extra-largo :)  

P.D: ¿Que os parece el Chat? ¿Os gusta?

Durante toda la tarde Annie, intenta que yo esté animado, pero con la muy reciente muerte de mi padre me es imposible. Ella quiere ir a pasear, jugar a la pelota pero estoy hecho polvo, ni siquiera ceno. Los padres de ella me miran muy preocupados, tengo mal aspecto, pero me da igual. Pienso que se puede tener aspecto, por ejemplo si estás muerto.

Durante la noche, mis sueños se ven infectados por horribles pesadillas en las que mi madre está siendo torturada y mi padre muere una y otra vez. De pronto una imagen familiar me llega, estoy en la academia, pero el grito del profesor me dice que está enfadado. Está despeinado y en sus ojos se lee rabia. Está muy cerca de mi nariz, pero aún a sí me me habla a voces. No escucho nada de lo que está diciendo, no lo entiendo. De pronto, empieza decir venganza, venganza, muchas veces. ¿Querrá decir algo con eso? Se ríe a carcajadas. Dice que un niño tan pequeño cómo yo es imposible que vengue a su familia, que soy muy débil, no para de decir cosas como esas.

Ahora otro cambio, Snow se ríe de mi y dice que fue un placer matar a una rebelde cómo mi madre y que si yo intento hacer algo por el estilo, que terminaré igual que ella. Y que intente aprender algo porque Los Juegos Del Hambre no son para gentuza débil cómo yo. Otra vez vuelve a cambiar mi sueño, otra vez el profesor Aaron, dice que puedo sobrevivir, pero que cómo ya estoy solo en el mundo, lo normal sería que entrara en la academia y listo. Viviría allí, haría amigos y tendría una familia. Entre sueños es cuando decido, unirme a ellos.

Despierto. Es temprano, algunos rayos de sol han salido ya. Annie sigue dormida, desayuno un poco y me voy a la playa. Mientras me sumergía en el agua fresquita, pienso en el sueño. Ha sido extraño, pero a la vez me ha dado una razón por la que hacer las cosas. Me dirijo rápidamente a la academia, se me ha pasado la hora y voy un poco tarde. Llego y directamente voy a vestuarios. Me cambio y me voy en busca del profe a ver qué es lo que tengo que hacer para poder ser residente allí. Espero un rato y al fin veo que llega.

Me mira preocupado no se esperaba que lo esperara allí. Me mira interrogante y yo con una simple frase, lo explico todo - me he quedado huérfano - Fue entonces cuando me miró triste y dijo - Bueno, lo siento Finnick, de verdad. Ahora que no tienes a nadie, ¿Quieres quedarte aquí, a vivir? - yo asentí - entonces ven a mi despacho que tenemos que hacer un montón de papeles, después te darán una habitación donde estarás hasta que vallas a los juegos o te hagas mayor de edad, ¿Vale?

Acepto, sólo tengo que dejarme llevar. Durante varias horas muchos papeles pasan por delante de mí, pero da igual, ni siquiera escucho cuando me preguntan me limito a decir sí, no, claro o por supuesto. Nada más. El hombre se da cuenta de que no estoy para esas tareas y nos vamos a la que será mi habitación durante años. Son largos pasillos, oscuros y con moquetas por todos lados, por allí y por allá hay algunas lucecillas puestas en las paredes.

- Finnick, tu compañero de compartimento se llama Luck... ah, espera que ya lo conoces, bien entonces os llevareis bien o eso espero - me explica mientras paseamos por los pasillos.

 

Lo miro extrañado, pensaba que Luck tenía un hogar con una familia feliz que lo esperaba para cenar - profe, ¿No está usted equivocado? Porque Luck, tiene familia que lo quiere - le explico - una vez lo vi bajando por  la calle, para ir a casa.

- Mm,... no Luck está igual de solo que tú, la diferencia es que el no conoció a sus padres mientras que tú si - me dice.

- Pero si el me dijo que tenía familia...- respondo casi en un susurro

- Ya muchos niños, pasan vergüenza, con el hecho de que está solos, así que tratan de mentir, pero sólo se mienten a sí mismos - me dice apenado.

Ahora entiendo el porqué de que cuando le dije que tenía padre, se puso un poco serio y triste - profe, ¿Que les pasó?- le pregunto.

- Finnick, no seas cotilla, si quieres saberlo ten paciencia y preguntaselo a él, bueno, pues nosotros ya hemos terminado. Tu habitación es la 108. La cena a las 9 y el toque de queda a las 10. Todo aquel que no esté en su cuarto a esa hora, será castigado duramente. El pabellón femenino queda clausurado para todo aquel ser vivo que no sea femenino, porque tú Finnick, atraiste muchas miradas el primer día y no quisiera tener que castigarte, ¿Entendido? Bueno toma tu llave, los horarios de desayuno los tienes en el comedor. ¿Alguna duda? - me preguntó

- Si, ¿Se puede salir de la academia? - le pregunté. Quería saber si podía ir a visitar a Annie, por las tardes.

- Quizás, pero eso ya se verá. Pues si no tienes nada más que decir... Ah, se me olvidaba si quieres traer alguna cosa de casa, traetela, mañana continuamos con el entrenamiento. Adiós Finnick, aprovecha tu tiempo aquí - Y lo vi alejarse por el pasillo.

La llave estaba atada a una pulsera, para que no molestara a la hora de hacer los entrenamientos, abrí la puerta de mi cuarto y entré. Era muy sencilla. Casi cuadrada, pero tenía una pequeña ampliación, para el baño. En la pared del frente había dos ventanas con rejas. Las camas eran un colchón con una manta que aunque era fina daba calorcito. También teníamos para cada uno un armario bastante grande, con cajones y todo. 

Las paredes estaban totalmente desnudas, no había fotos ni cuadros, aunque tenía un feo color gris claro, que con las mantas marrones quedaba muy cutre. Si esto era el Distrito 4 y era tan feo, el 10 o incluso el 12, sería una auténtica basura. Por lo menos teníamos unos escritorios para hacer las actividades que nos mandasen. El cuarto de baño, era normalito, aunque lo tenía todo doble, dos duchas, dos lavabos, dos espejos, dos retretes. Aquello iba a ser muy pero que muy extraño a la hora de tener que utilizarlo.

Las paredes tenían un azul muy clarito, que lo hacían menos feo que la habitación. Me senté en una de las camas, era muy blandita. Aunque con pesadez, fui a los vestuarios para cambiarme y es que tenía que ir a casa a recoger algunos recuerdos de lo que era mi familia, alguna foto, quizás algo de ropa para no llevar siempre la misma ropa. 

Cuando terminé de cambiarme me dirigí a casa, no sabía lo que podía encontrarme. Por el camino, mucha gente me miraba y no me dí cuenta del porqué hasta que me acordé de que mi padre había puesto verde al Capitolio delante de mucha gente. Ahora creo que me miraban como si fuera un pequeño rebelde en potencia o algo así. Me acerco hasta mi casa y veo que en la parte delantera del jardín de casa, hay un cartel en rojo y blanco que pone Domicilio Disponible. Que raro, mi casa no está disponible para nadie, sólo para los que vivimos aquí. Quito el cartel y me doy cuenta de que la puerta de casa está abierta de par en par. Una mujer morena con el pelo muy corto sale y me mira un poco desconcertada. No sabe que vivo aquí.

- ¿Que hace usted en mi casa? - Le pregunto muy cabreado. No tiene ningún derecho a estar aquí. 

Ella temerosa dice - Soy la encargada de la reorganización del Distrito 4 - y sonríe nerviosa cómo si fuera a conseguir algo.

- ¿Y que hace aquí? - Le pregunto extrañado. Nunca había escuchado que alguien hiciera eso. 

- Mi trabajo consiste en que las parejas que se forman cada día tengan un lugar donde vivir. Por eso antes de que llegue algún matrimonio, reviso las casas que se han quedado desocupadas, tengan nuevos propietarios - me explicó - Bueno, ¿Y se puede saber quién eres tú? - preguntó.

- Pues yo soy el hijo del matrimonio que vivía aquí - le dije. Estaba desolado. Ya nunca podría volver aquí. En la que había sido mi casa iban a vivir otras personas, que cómo nosotros habíamos hecho antes, comenzarían una nueva vida. 

- Ah, pues... si quieres puedes pasar, por el momento sigue siendo tu casa y creo que a la academia os dejan llevar algunos recuerdos - me dijo con un poco de tristeza. Entré y vi que no había muebles, todo estaba muy limpio y se podía ver que era una casa enorme.

- ¿Cómo sabe usted que estoy en la academia? - pregunté sorprendido

- Bueno tienes edad para entrar y además... tienes algo de músculo así que por lógica estás en la academia - contestó un pelín colorada.

Al escuchar su respuesta, no pude reírme por dentro- Bueno, Mm... ¿Donde están las cosas? - pregunté un poco abrumado.

- Al final del pasillo. La verdad es que es una habitación preciosa. Sea quién sea que la decorara, le quedó genial - alabó el gusto de mi madre.

- Sí, es cierto. ¿Podría dejarme un rato solo con mis cosas? - pregunté, no quería que estuviera a allí, viéndome llorar.

- Claro - y se alejó.

Entré en la habitación que me golpeó con montones de recuerdos preciosos e inolvidables. Me pasé toda la tarde mirando en las cajas que tenía allí. Al final me llevé una foto muy pequeña de la boda de mis padres, bastante ropa y un collar con una caracola pequeña atada a una cuerda negra, regalo de mi padre. 

Salí de casa despidiendome de aquella extraña mujer. Por el camino me fui alejando con pena de mi antiguo hogar para darle la bienvenida al nuevo, la academia. Llegué y me fui directo a la habitación para dejar la ropa. Estaba abriendo la puerta cuando de pronto alguien se echó encima mía y sin decir nada empezó a golpearme.